LAS NOTAS DEL SILENCIO.
Por Diego Fernando Rodríguez Verjan.
Hoy no siento ganas de salir, aunque sea un día soleado. Así que camino a la sala de mi casa y comienzo a escuchar los sonidos de la radio y las imágenes del televisor que me dejan perplejo. Siempre encuentro un poco más de lo mismo. A mi llegan los peores horrores y miedos de la humanidad. Se abalanzan cientos de malas noticias que solo traen consigo un innumerable montón de de victimas culpables que mantienen al mundo siempre tan constante como una varita que no pierde su magia con el tiempo.
Necesito callar esos sonidos para terminar con mi silencio. Una plumilla lo rompe con un estruendo de “MI” que los malvados consideran perverso. Suenan con furia mis cantos que no parecen pasivos. El mensaje se extiende por los átomos y el aire, pero el demonio a dañado los oídos de los que pueden ayudar a los nobles.
Creo que hoy será lo mismo de siempre. Nada ha cambiado. Porque con mis cantos y palabras me han considerado tanto o más malvado que aquellos hombres cuando crean las famosas hondas de muerte. De un momento a otro me encuentro en una guerra terrible entre los que me creen terrible y yo. Así que nunca estaremos en paz.
Hay toxicidad en el aire que todos respiramos. Solo quiero que esto termine, pero es el mundo el que cree que soy yo quien lo contamina todo con mi sonido. Llenos de argumentos baratos y afirmando que el mundo se encuentra bien así como esta.
No es así. Y mientras continúen estas batallas de consumo todo seguirá estando como en este momento. Sé que los hombres malos no descansaran en su lucha en su lucha por matar y contaminarlo todo con sus ideas absurdas, pero yo tampoco pienso hacerlo mientras esté en contra de su marcha. Es probable que jamás lean o escuchen mi mensaje. Pero no dejare de hacerlo. ¡Viva la paz! ¡Viva la justicia! La batalla continuara mientras viva la conciencia.
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