martes, 23 de noviembre de 2010

PRIMER RELATO

NO SE EN DONDE ESTOY.
Por Diego Fernando Rodríguez Verjan.
“A veces la calma es más trascendente que la soledad”.

Es lunes en la mañana y el pan de hoy será el mismo que he tenido toda la vida, aunque a mi lado no tengo a nadie no me hace demasiada falta. Muy despreocupado salgo de mi casa, debo ir a estudiar por que hoy es mi primer día de clases. Llego al colegio y no encuentro algo diferente al resto de años, la única diferencia es que ahora pertenezco al curso más grande de todo bachillerato. Pasan dos días y no hay algo nuevo, pero a mis oídos llegan comentarios de que ha llegado una persona nueva a estudiar.
Cuando las mujeres hablan son solo los mismos comentarios malintencionados. Mientras que cuando los hombres hablan de ella la describen como una especie de mujer idealizada. La verdad lo que piensen no me importa. Así que sigo mi estancia siempre tan despreocupado por el resto de personas que me rodean siempre tan naturalmente. Salgo de mi salón y me encuentro con una sorpresa. Esa persona nueva de la que todos hablan resulta ser lo que los comentarios decían. Realmente es una especie de mujer idealizada porque puedo observar en su rostro y en sus ojos una presencia verdaderamente valiosa.
Han pasado los días y me sigo fijando en ella, cada vez me la encuentro más. Aunque ella parece no notarme, pero eso no importa. Lo realmente importante es que yo siento tranquilidad cuando estoy cerca de ella.
Hoy me la he pasado jugando todo el día con mis dos mejores amigos, ya es hora de descansar. Subo las escaleras para llegar a mi salón de clases y justo en la curva de las escaleras me encuentro con un choque afortunado. Siento que este estrellón me cambiara la vida. es como un presentimiento que jamás había sentido.
Impulsado por este presentimiento me dirijo a ella para preguntar su nombre, pero al llegar ocurre un incidente y no sale todo como yo quisiera. Pero esto no importaba, mi necesidad de hablar con ella era incesante y debo seguir intentando hablar con ella.
Han pasado los días y ella se ha convertido en mi amiga, pero algo extraño pasa. Creo que me empiezo a enamorar de ella. Creo que quiero pedirle que sea mi novia. Será mejor que hoy la invite a comer helado. En cuanto la veo llegar la invito. Su respuesta no es muy positiva, pero me dice que al terminar el día yo podría acompañarla a un lugar al que ella debe ir.
Cuando termina el día ella y yo nos dirigimos a su casa para que me presentara a su mama. Ella debe retirarse así que quedamos solos ella y yo. Pero de pronto ocurre algo que yo no hubiera imaginado. Ella me abraza y abalanza sobre mi sus labios hermosos para estrecharlos contra los míos. Ese beso no dura mucho, pero es suficiente para que yo me sienta con demasiada paz en la vida. me siento como un hombre realizado y tranquilo. Me siento como una gota de lluvia que tarda horas y horas en caer. Con cada día que paso junto a ella siento más paz, tranquilidad.
Ahora soy un hombre viejo, he pasado 60 años de mi vida a su lado. Ella ha envejecido a mi lado y creo que ahora ella me da tanta paz que no se si estoy en el paraíso o si sigo en vida disfrutando con ella.

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